Un año que viene y otro que se va: la carga de sobrepensar
¿Hasta qué punto mirar el pasado y el futuro nos ayuda, y en qué momento se convierte en una carga?
El 2025 está a la vuelta de la esquina y con él su carga de reflexión nos empuja a mirar atrás, a evaluar lo que hemos sido este año y a proyectar lo que queremos ser en el próximo. Pero, ¿es sano detenernos demasiado en este ejercicio?
Imagina que tu vida es un barco, y tú eres su capitán. Sostienes con firmeza el timón. Sabes que tienes el control, que puedes maniobrar y tomar decisiones. Pero déjame preguntarte algo:
¿De qué sirve tener el mando si no tienes claro hacia dónde quieres ir?
Tu carácter, tu determinación y tus ganas son fundamentales. Sin ellos, tu barco estaría a la deriva.
Pero también necesitas algo más: un destino, un rumbo que dé sentido a tu travesía. Sin un faro que guíe tu camino, incluso el capitán más habilidoso se pierde en el vasto océano.
Ahora bien, aceptar que el futuro es incierto es una verdad que no podemos ignorar. ¿Eso significa que deberíamos dejar de planificar? No. La incertidumbre no debe paralizarnos, sino invitarnos a ser flexibles. Porque aunque no podamos prever cada detalle, sí podemos trazar una ruta a grandes rasgos, lo suficiente para sentir que avanzamos con propósito.
Piensa en esto: no es lo mismo navegar hacia una isla en el Caribe que hacia un glacial. Cada destino requiere una preparación diferente, herramientas distintas y una mentalidad ajustada al reto. Saber a dónde quieres llegar no elimina la incertidumbre, pero sí te permite prepararte con intención.
Entonces, ¿por dónde empiezo?
Empieza por lo básico: piensa en tu destino ideal.
Pregúntate qué quieres construir, qué lugar deseas alcanzar y desde allí, diseña las primeras rutas, los primeros pasos. Aprende del pasado, no para quedarte atrapado en él, sino para tomar decisiones más conscientes en el futuro.
Tu barco tiene todo lo que necesitas: una estela que refleja lo que has recorrido, una vela que impulsa tu avance y una marea que, aunque impredecible, siempre puede ser usada a tu favor. La clave está en alinear todos estos elementos y aprovecharlos para navegar con propósito. (vuelve a leer)
Finalizo este último escrito del año preguntándote:
¿Hacia dónde quieres dirigir tu barco este nuevo año?
¿Qué destino te motiva a avanzar?
¿Estás listo para tomar el timón y construir el mejor presente posible?
Recuerda: el viaje nunca se trató del destino final. Sobre-pensar no te dará las respuestas; solo ralentizará el viento que podría impulsar tus velas. El verdadero arte está en cómo decides navegar: cada día, cada momento, cada decisión.
Toma el timón con firmeza, diseña tu propia ruta y atrévete a enfrentar el mar abierto.
Tu barco está listo. Pero la pregunta no es si puedes navegar, la pregunta realmente es:
¿Te atreves a zarpar?
¡Nos vemos en el océano de 2025!